No podemos desaprovechar la oportunidad de la crisis

Fonte da foto: arquivo pessoal

Por Marisol Rojas Salas

Desde marzo 2020, cuando Costa Rica sintió por primera vez los embates de la pandemia COVID-19, nos dimos cuenta de que la afectación que se avecinaba era enorme, no sólo por la condición sanitaria, sino también porque ya hacía tiempo veníamos enfrentado una de las peores crisis fiscales de nuestra historia.  Por otro lado, la llegada de la enfermedad hizo que se magnificaran las grandes vulnerabilidades de las diferentes poblaciones: pobreza extrema, brechas de conectividad, poblaciones con algunos tipos particulares de discapacidad, quienes padecen el analfabetismo digital, las mujeres estudiantes que se ven abrumadas con otros roles en las condiciones de aislamiento social en sus hogares, por citar algunos de esos grupos desfavorecidos.

Este conjunto de situaciones ha golpeado de manera contundente al sistema de educación superior costarricense; no obstante, la respuesta de las universidades públicas no se hizo esperar.  Las cinco instituciones comenzamos de inmediato a planear una estrategia que permitiera continuar con nuestra labor de poner al servicio de la sociedad una educación humanista, integral y de calidad. Adicionalmente, nuestro sector ha dado grandes aportes durante esta crisis desde la creación de respiradores artificiales, hasta los hallazgos científicos que llevaron a la creación de un suero equino que inhibe los estragos del virus SARS-CoV-2.

Ahora bien, si ajustamos el lente y lo enmarcamos en el período de gestión del Rector Prieto Jiménez, que recién finalizó el pasado 30 de junio, 2020; comparto y enlisto algunas de las acciones que se realizaron en la Universidad Técnica Nacional (UTN), ya cercana a terminar mi trabajo como Vicerrectora de Vida Estudiantil.  Nuestra institución desde el primer momento, asumió la consigna de que las personas y su bienestar son primero y por ello, decidió implementar el aprendizaje remoto como el mecanismo que le permitiría continuar con los procesos educativos, desde sus plataformas virtuales y en total apego a las medidas  sanitarias dictadas por el gobierno.  Es por ello que desde la Vicerrectoría de Vida Estudiantil se impulsaron las siguientes iniciativas:

  • Se realizó un análisis integral de las condiciones imperantes con el fin de determinar las medidas más viables para apoyar a las poblaciones más vulnerables por condiciones socioeconómicas, discapacidad, poblaciones indígenas y aquellas que residen en regiones alejadas. Adicionalmente, se ha considerado a las personas estudiantes no becadas, cuya situación socioeconómica se haya deteriorado, por despidos o reducciones de jornadas laborales. Adicionalmente se diseñó una estrategia para apoyar a quienes no cuenten con equipo de cómputo, conexión a Internet o presenten dificultades para acceder al aprendizaje remoto (seguidamente se menciona con más detalle).

  • Se coordinó con diversas instancias internas y externas (Vicerrectorías de las demás universidades estatales, Ministerio de Salud, Colegio de Profesionales en Psicología de Costa Rica, Brigada de Atención Sicosocial de la Universidad de Costa Rica, entre otras) para socializar buenas prácticas en tiempos de COVID-19 y así, aplicar aquellas que demuestren ser útiles para nuestra institución.

  • Se plantearon una serie de propuestas a las Áreas de Gestión Financiera para analizar su viabilidad presupuestaria; por ejemplo: ampliación de prórrogas de pago, pago de matrícula en tractos, ayudas específicas para becados y no becados, entre otras que deberán seguir analizándose para verificar su factibilidad, dada la afectación de la universidad por los ingresos propios que no se recibirán durante este año.

  • Las personas funcionarias del Área de Permanencia y Retención, el Programa Alumni, el Sistema de Intermediación de Empleo y la Defensoría Estudiantil pusieron en marcha la Estrategia UTN Conexión, que consiste en un formulario electrónico para la identificación y mapeo de las y los estudiantes con problemas para acceder al aprendizaje virtual, a distancia o remoto por carencia de equipo, conexión a Internet y de otra naturaleza. También podían hacerlo vía telefónica en el caso de quienes no contaban con estos recursos.

  • El Área de Becas y Beneficios Estudiantiles elaboró propuestas para la modificación al Reglamento del Sistema de Becas y Beneficios Estudiantiles para la flexibilización de la normativa, por ejemplo, ampliar el tiempo para que las personas aprendientes puedan cancelar las prórrogas de pago a 90 días; no aplicar las disposiciones contenidas en los artículos 35, 44 y 53 del cuerpo normativo mencionado; brindar Ayudas Económicas Específicas (AEE) relacionadas con la dificultad de conexión de la población estudiantil identificada por el formulario de UTN Conexión.

  • Se coordinó con la Rectoría, Vicerrectoría de Docencia, Decanaturas y Dirección General de la Administración Universitaria, el préstamo de equipos de cómputo a las personas estudiantes que no poseen está herramienta vital para acceder a los procesos de aprendizaje.

  • El Área de Bienestar Estudiantil desarrolló la “Estrategia de atención virtual para personas estudiantes en situación de crisis emocional”, con el propósito de brindar apoyo a la población aprendiente que sufra problemas emocionales tales como angustia, estrés, depresión, entre otros, originados por la pandemia y sus efectos directos y colaterales. Para ello se solicitó el asesoramiento del Ministerio de Salud, Colegio de Profesionales en Psicología de Costa Rica, Brigada de Atención Psicosocial de la Universidad de Costa Rica, entre otros.  Adicionalmente, se dio seguimiento a las personas que ya presentaban alguna condición de este tipo y se brinda un acompañamiento especial al estudiantado con alguna condición de discapacidad, para responder a sus solicitudes de adecuaciones curriculares a raíz del cambio de modalidad de enseñanza.

  • Desde el Área de Cultura, Deporte y Recreación se plantearon iniciativas y mecanismos que permitieron adaptar los procesos que se realizan desde estas disciplinas y adaptarlos a la nueva realidad y así, coadyuvar a la salud integral y la recreación, todos aspectos muy relevantes en el panorama que enfrentamos actualmente.

  • Finalmente, pero igual de importante, se ha mantenido una coordinación y comunicación cercana con el movimiento estudiantil para analizar sus necesidades y requerimientos, de manera que se pueda brindar guía, acompañamiento y soluciones concretas a los problemas que les aquejan.

Quisiera cerrar este breve escrito mencionando que la velocidad con la debieron diseñarse e implementarse estas estrategias fue vertiginosa.  El aporte y compromiso demostrado por la comunidad académica y administrativa de la Universidad Técnica Nacional fueron realmente extraordinarios.  Gracias a la capacidad de prospectiva de las autoridades, ya existía un gran porcentaje de docentes capacitados para la virtualidad y nuestro Campus Virtual institucional albergaba para el inicio de esta coyuntura alrededor de 400 cursos.  Esas condiciones han permitido que la gran mayoría de la población estudiantil pudiera salir airosa de su experiencia en esta nueva modalidad de aprendizaje, por primera vez aplicada a la totalidad de los aprendientes.

Es cierto, la COVID-19 nos sorprendió; aún nos queda mucho por aprender y mejorar; no obstante, la pandemia se ha convertido igualmente en la oportunidad de repensar la universidad del siglo XXI, en el salto cuántico que aceleró los cambios y disrupciones que tal vez de otra manera hubieran tomado décadas.  Esta enfermedad nos ha hecho mirar hacia adentro y cuestionarnos si somos el tipo de universidad que el mundo requiere; si realmente somos inclusivas, adaptables y flexibles, si  las personas y su calidad de vida son el centro de nuestro quehacer.

 “La nueva normalidad” es aún incierta, vivimos ahora otra realidad, un entorno económico, social y humano totalmente diferente al que esperábamos y por ello desde ya estamos pensando cómo podemos coadyuvar a darle herramientas a las personas estudiantes para educarse y enfrentar exitosamente estos desafíos planetarios actuales y futuros.

Desde esta perspectiva, será necesario evaluar y dar seguimiento a las medidas de contención que se han implementado, mirar cómo afectó esta pandemia a la sociedad en general, cuál fue el impacto en términos de la calidad de la educación, cuál es el recuento de los daños y los aprendizajes que cosechamos; solo esos datos nos darán claridad y  orientación para reconstruir nuestros tejidos sociales, nuestros ecosistemas de aprendizaje y hacer realidad el lema y la meta que la humanidad persigue con urgencia mediante la agenda 2030: “¡Qué nadie se quede atrás!”

*Magistra Marisol Rojas Salas: académica de la Universidad Técnica Nacional.  Especialista en Educación y Desarrollo Cognitivo del Instituto Tecnológico de Monterrey, Enseñanza del Inglés como lengua extranjera, de la Universidad de Costa Rica.  Actualmente se desempeña como Directora del Programa Institucional de Idiomas para el Trabajo, Directora del Centro de Estudios Coreanos.  Del 2016 a junio 2020, ocupó la Vicerrectora de Vida Estudiantil,

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